El cantante de rockola falleció el 4 de abril y fue sepultado ayer a las 15:00 en su tierra natal, Vinces. En el último año su salud se deterioró rápidamente.
Parecía un augurio de lo que sucedería pronto, cuando Roberto Calero ofreció su última presentación en vivo el 14 de febrero de este año, le dijo a su último hijo, Dyango Calero: “Hijo, creo que es la última cantada”. Y así fue. Al día siguiente a causa de una peritonitis fue intervenido en el hospital Teodoro Maldonado Carbo, en Guayaquil. Sin embargo, él ya presentaba insuficiencia renal (por lo cual recibía diálisis), además, sufría de presión baja. Todos aquellos factores complicaron aún más el estado de salud de uno de los representantes de la rockola más importantes a nivel nacional.
La pena de mi viejo, Por Dios te quiero tanto, Tarjeta roja, Bohemio y bacán, El mandarina, Beberé, beberé, beberé, Carta al cielo son parte del legado que el cantante Roberto Calero le deja al país luego de su partida. El domingo 4 de abril el artista, conocido como El Payador de Vinces, trascendió al plano de la eternidad a sus 78 años, luego de sufrir un infarto (dos días antes había tenido otro paro cardíaco, lo revivieron con electroshocks).
Desde el 15 de febrero, cuando fue ingresado al centro de salud, no salió más. Ahora, la familia y amigos más cercanos le dan el adiós mientras es velado en su casa, en Vinces. Así lo quiso él, cuenta su hijo. “Me decía que cuando a él le pase algo, que lo despidan con música. Siempre me dijo: ‘Si algo me llega a pasar, tráiganme a Vinces porque yo soy de Vinces’”.
Ayer, se desarrolló desde la mañana el velorio y su hijo compartió a través de Facebook un video en vivo. La forma no podía ser distinta, música, música y más música para recordar a Calero. El entierro se realizó a las 15:00, no fue antes debido a que una de las hijas del fallecido artista debía arribar desde el exterior para despedirlo.
Alegre, divertido y talentoso, así era El Payador de Vinces y así es como su familia desea que se conserve su imagen. “Quiero que lo recuerden con el mismo carisma, con el mismo entusiasmo que él tenía en el escenario. Que lo hagan ícono, que lo hagan leyenda, aunque él ya era una leyenda. Que lo sigan escuchando”, pidió Calero.
Aladino, compadre y amigo
La salud del rockolero llevaba un par de años en deterioro, sin embargo desde el año pasado se desmejoró considerablemente, así lo recuerda Aladino, otro conocido exponente del género y compadre de Calero. Es padrino de Dyango, el hijo menor y todo el tiempo estuvieron en contacto. Aladino cuenta que su colega y amigo sufrió varios infartos, y en el último de esos no resistió.
Las historias y recuerdos son demasiados, su amistad comenzó en el año 1971 cuando Calero lanzó el valse Perdido por tu culpa. Durante años compartieron giras nacionales e internaciones por Estados Unidos y Europa.
“Él ya venía padeciendo un problema de salud desde tiempo atrás y se confiaba porque a veces aparecía y luego se iba, y él decía ‘con un buen aguardiente se me va’”, recuerda Aladino. Y agrega: “Era la forma de decir de él, pero tanto yo como sus hijos le decíamos que recurriera a la ciencia”.
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Cómo empezó su carrera
Roberto Calero inició su carrera hace 56 años. Un poco antes de eso se presentaba en eventos escolares y colegiales, un comienzo como el que tienen varios artistas; poco público y una gran pasión. A los 22 años representó a Vinces en Quevedo, en el Festival Interprovincial de Cantantes Aficionados del Ecuador.
Después de ello llegó la oportunidad de ser invitado a un medio de comunicación, su voz enamoró y los radioescuchas de La Sorpresa Radial de las 11, de radio Cristal. Armando Romero, gerente y propietario de la emisora, le puso el apelativo de “Payador de Vinces”, el que se quedó con él hasta el último día de su vida terrenal y continuará por los años en que su música sea recordada.
Pasillos, boleros, valses, El Payador de Vinces grabó durante su carrera 50 discos, 12 LP y 16 discos compactos. Entre todo el material, hay 110 canciones de la autoría del ecuatoriano.
La música estaba en sus genes.
Su abuelo Emilio Piedrahíta escribió el legendario pasillo Ojos que matan. En una entrevista con Diario El Universo hace 11 años dijo: “Yo heredé el canto porque mi familia traía la música en la sangre”.
El talento de composición puede que lo haya obtenido de su abuelo y sobre su manera de escribir confesó alguna vez: “Mis canciones tienen un poquito de ajicito y pimientita, como el aliño, para que al que le guste tomarse su traguito no solamente llore en la cantina del despecho sino que también sonría”.
La música rockolera, ¿marginal?
En la misma conversación que sostuvo con EL UNIVERSO se le preguntó sobre el estigma que en ese tiempo llevaba el género del que era parte. Él respondió: “No, es la expresión y el sentimiento de nuestro pueblo. Muchos políticos quisieran ser cantantes para ganarse los aplausos y los votos del pueblo. Los rockoleros somos los embajadores de la cultura popular. Ten presente que cuando pase algún tiempo, el bolero rockolero tendrá que vestirse de frac, así como lo hizo el tango arrabalero”.
Para él, los políticos hubiesen querido ser cantantes, así como él (cantante) quiso ser político, y lo logró. Roberto Calero se convirtió en el vicealcalde de Vinces. En este cantón se declaró tres días de luto por su muerte.
FUENTE: El Universo.